Marismas del Guadalquivir

Marismas del Guadalquivir

Hace unos días vi la película «La Isla mínima» , dirigida por Alberto Rodríguez. Muchas de las escenas, por no decir todas, se rodaron en las Marismas del Río Guadalquivir. Como un fogonazo me vino a la mente un bonito día que pasamos recorriendo a pie las Marismas del Río Guadalquivir en la zona de Sanlúcar de Barrameda, en Cádiz. Así que si quieres acompañarme, estoy dispuesta a llevarte a esta curiosa zona que aunque cercana, pocos conocen.

Comenzamos la excursión en coche desde Chipiona, mi pueblo natal, hasta Sanlúcar de Barrameda. Una vez cruzada nos dirigimos a la Colonia de Monte Algaida. Al final de la misma se encuentra el pinar, siendo este una isla en medio de la marisma . Es precisamente está zona de transición donde el ecosistema aparece más rico en especies vegetales, principalmente pino piñonero, sabinas , lentisco y brezo. También cabe destacar los miles de pajarillos que cantan a nuestro paso. En el pinar suelen verse numerosos ciclistas y senderistas.

Una vez cruzado el pinar llegamos a la carreterra del Práctico o también llamada por degeneración popular «Carretera del Plástico«. Esta Carretera era utilizada hace bastantes años por el práctico del puerto para llevar los barcos desde Sanlúcar hasta Sevilla, ya que va paralela casi por completo al río.

 Al llegar a las compuertas dejamos el coche aparcado cerca del «Bar de las Compuertas» o «El Manego» (mote de su propietario). Este es un lugar autentico, una fusión entre chiringuito- meson y casa de comidas.

Ahora si, comenzamos a caminar!!

Tomamos el camino paralelo al caño, hasta llegar a la intersección de otro camino, aquí se tuerce a la izquierda. Desde aquí ya notamos que la primavera estaba entrando, y con ella el campo está saliendo de su letargo. Miles de florecillas silvestres estallan en múltiples colores regalándonos un gran placer para la vista. Después de un invierno cargado de lluvia, así que la marisma se convierte en una inmensa balsa de agua dada su proximidad al nivel del mar y la naturaleza impermeable de la misma.

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A la izquierda y derecha del camino se divisan algunas ganaderías de ganado bovino. ¿Sabías que los Tartessos ya se dedicaban por estos lares a la cría de ganado? Pues sí, los escritores clásicos ya hablaban de las manadas de ganado que habitaban la zona,  y además en el Siglo XVIII la Marisma del Guadalquivir fue la cuna del toro de lidia.

Vacas pastando en las marismas del Río Guadalquivir

Ya llegamos a la zona de los humedales, que en esta época del año nos brinda con una explosión de vida. La migración también ha comenzado, el horizonte se convierte en una paleta tricolor; El azul del agua y el cielo, el verde de los juncos y matorrales y el blanco rosáceo de las miles de aves. Oler, sentir, ver, oir….. esta zona la mas atractiva del camino, las aves y sus crías se oyen entre los juncos, donde han anidado. Los cormoranes nos saludan con las alas negras abiertas, los cantos de «patos coloraos», cigüeñas, martinetes, garcillas y gaviotas entre otros, se entremezclan con los estilosos flamencos de llamativos tonos rosados.

 

Antes de llegar al río cruzamos una zona de arenales, donde pastan algunas vacas. Si quiere puedes acercarte, son inofensivas.

Un poco mas adelante hay una caseta de madera para avistar aves, así que es necesario llevar prismáticos. Ya estamos cerca del río, el omnipresente Río Guadalquivir, nombrado por los fenicios «río Baits» después «Betis», los griegos lo llamaban «Tharsis» Río de Tartessos. Al llegar a este lugar hay un embarcadero, el cual es perfecto para comerte un bocadillo viendo los grandes buques navegando hacia Sevilla o hacia el mar, por si lo ignorabas, el Río Guadalquivir es navegable hasta Sevilla. Cuando esto ocurre tienes que tener un poco de cuidado, ya que las olas que forman estos grandes barcos al pasar hace que el embarcadero bambolee. Desde aquí se ven las barcazas con sus forma peculiar de pescar la apreciada angula. A nuestro lado sobresalen del agua los palos del viejo embarcadero hincados en el barro, cubiertos de verdín y estéticamente muy llamativos. Al otro lado del río, el Parque Nacional y Natural de Doñana.

 

Buque a su paso por el embarcadero

Restos del antiguo embarcadero

Desandamos el camino con la sensación de haber visitado un lugar lejano, aunque este paraje natural está muy cerca de donde resido. Pocos son lo que por estos lares se han acercado a descubrir lo que la marisma esconde, esta maravillosa exhibición natural y explosión de color que esta primavera como cualquier otra, nos ha ofrecido.

Teresa Lorenzo

Colaboración Fotográfica: Helen Lorenzo

El Faro de la Jument
info@quinceweb.com

Teresa Lorenzo, viajera y bloguera. Mi pasión por viajar, conocer mundo y la buena gastronomía me llevaron a fundar mi blog. Te sorprenderá el nombre, pero la figura bucólica y mística de los faros me atrae, ¿A ti no?... Mi objetivo es enseñar que es posible viajar de una forma alternativa desde el concepto Slowtravel y por supuesto te ayudo a organizar tu propio viaje.

2 Comments
  • joaquin cordero naval
    Posted at 22:11h, 01 julio Responder

    Totalmente cierto Teresa lo que dices y los chipioneros , la mayoría , yo el primero , a veces no conocemos el entorno que nos rodea , como dices treinta minutos nos separa de esa tierra mágica , mítica y misteriosa que son las marismas y Doñana , mucha historia y leyenda encierran esos paisajes , tartesos , Argónida , así la llama Bonald . Haces bien en publicarlo me ha gustado , buenas fotos y bien explicado por tu parte

    • Teresa Lorenzo
      Posted at 22:24h, 01 julio Responder

      Como bien cuentas, Bonald relató en «Agata ojo de gata» como fue la colonización en este paraje natural de las marismas de Doñana. Leí ese libro hace algún tiempo y creo que es hora de volver a echarle un vistazo. Después de hacer este camino varias veces, lo he comentado con gente de nuestro pueblo y nadie conocía este paraje, con lo cerca que está!! Lo que se me ha quedado en el tintero es el pato con arroz que se come en el Bar de las Compuertas, un buen final para un día de ruta por aquellos lares. Gracias por comentar Joaquín.

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